La revolución educativa: perspectivas éticas sobre la inteligencia artificial en el marco del ODS 4

ODS4

La inteligencia artificial (IA) está cada vez más presente en todos los ámbitos de nuestra vida. Esta afirmación, que parece cotidiana, ha sido recogida por Flores-Vivar y García-Peñalvo en una publicación reciente en la que reflexionan sobre la ética, la posibilidades y retos de la IA en el marco de la educación de calidad. En el ecosistema educativo, esta tecnología está suponiendo una auténtica revolución, al mismo tiempo que genera incógnitas e inseguridades acerca de la ética de su uso y de su impacto en la sociedad. 

Como punto de partida, y siguiendo la reflexión de los autores, la UNESCO indica que la inteligencia artificial puede contribuir favorablemente al bien social y al logro de los Objetivos de Desarrollo Sostenibles (ODS) de la Agenda 2030 impulsados por Naciones Unidas. En este sentido, es preciso recordar el Objetivo de Desarrollo Sostenible 4 (ODS 4), dado que se centra en asegurar una educación de calidad. Dicho objetivo destaca la importancia de la IA para garantizar un acceso equitativo e inclusivo a la educación. No obstante, su implementación y desarrollo en el aula es una cuestión compleja. 

Como profesores, es imperativo que conozcamos las oportunidades que genera el uso de la inteligencia artificial con el fin de preparar a nuestro alumnado lo mejor posible para un mundo en el que dicha tecnología es omnipresente, y de esta forma, desarrollar un aprendizaje para la vida. Precisamente por eso, cada vez se hace más hincapié en: 

  • La alfabetización en IA mediante un enfoque específico e interdisciplinar por parte de estudiantes en todas las etapas educativas, incluidas las actividades curriculares. 
  • La capacitación adecuada y la formación en competencias digitales por parte del profesorado, siempre teniendo en cuenta principios y valores basados en la responsabilidad, la privacidad, la capacidad, la diversidad y la igualdad. 

A continuación, el artículo nos recuerda que hay que considerar otras tecnologías, que dentro del campo de la IA, están experimentando un tremendo avance, como es el análisis de aprendizaje, los macrodatos o la robótica y que, el hecho de considerarlas o investigar sobre ellas no correlaciona con criterios de sustitución o reemplazo de las capacidades humanas. En este punto, se refuerza la idea de que profesiones relativas a la enseñanza, la formación o la educación requieren de una mente humana. Esta idea de fondo que subyace, habla sobre cómo la IA no supone una amenaza, sino más bien una aliada que ensalza las capacidades humanas en actividades cotidianas como las tareas de gestión, la creación de contenidos personalizables, la optimización en la manera de transmitir conocimientos o la adquisición de nuevos aprendizajes.   

El artículo también hace hincapié en lo necesario del actual debate ético, puesto que, y a pesar de que es el creador o desarrollador del sistema de IA quien debe asumir el código ético, los centros educativos deben ser los encargados de velar porque el uso de la tecnología y su desarrollo en el entorno académico se realice de forma adecuada, responsable y de conformidad con los derechos humanos internacionales. 

En definitiva, la IA está transformando nuestra visión en todos los aspectos de nuestra vida. El académico no es una excepción. Por ello, como docentes debemos adaptar nuestra metodología de enseñanza para que nuestro alumnado adquiera las competencias digitales necesarias para convertirse en ciudadanos del siglo XXI, sin olvidar que el eje vertebrador del aprendizaje debe seguir siendo las interacciones sociales entre docentes, alumnado e iguales.

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